15 septiembre, 2011

Estás

Invariablemente estás.

Maldito. Me doy la vuelta y ahí estás. Cuando busco mis zapatos debajo de la cama, estás. Si como helado, estás. Y también estás en todas mis clases, en todas mis caminatas de regreso a casa, en todas las veces que he mirado el cielo para ver si hay estrellas. Te detesto con toda la fuerza con la que alguien como yo puede detestar; es decir, no mucho, ni siquiera un poco, apenas lo suficiente como para querer patearte y luego quedarme abrazada a tu cuerpo.

Estás en las paredes y en los escalones. En mi brazo izquierdo y en el derecho. En las zonas que no puedo ver, pero que existen. Estás en todo lo que puede abarcar mi mirada. Y entonces, al verme rodeada por tu imagen, intento huir. Me voy

y me divierto

y salgo

y cambio

y soy otra.

Pero siempre vuelves, siempre. Y aún cuando me encuentro cansada te tienes que colar en mi cansancio, en mis ganas de dormir, en mis ganas de llorar. Y es entonces cuando siento que te odio, porque ya no quiero verte, ya no quiero saber nada de ti, ya no quiero quererte.

¡Y tú, imbécil! Te quedas a burlarte de mi, de lo mal que ya me siento con tu ausencia, vienes a rematarme que no volverás, que sólo es una imaginación mía eso que veo, que ya no existes. Que ya no estás. ¡Pero estás, carajo, estás!

 

Y me duele.

5 comentarios:

Cecy El dijo...

Tristeza!!!

Te quiero.

Disco King dijo...

Estando porque uno quiere que se este. Es dificil pero no imposible. Por mientras letras con sangre, despues ya veras...

Saludazo!

Mar dijo...

precioso!! Gaby te admiro tanto, gracias por escribir.

Yeni Rueda López dijo...

Y cuando literalmente está en todas tus clases es pior!

OMG!!!

jajajaja, me checo y me encantó tu texto

Nos vemos prontoooooo!

Míkel F. Deltoya dijo...

Reflejaste concretamente un sentimiento, Abril, ha quedado de lujo, esa frase de querer a alguien, o incluso ya no quererlo pero que sigue, como un tumor en el alma, o algo bordado a las venas.
Un abrazo