10 noviembre, 2014

Duplicada

Nunca había deseado tanto tener el poder de duplicarme. De estar aquí, al mismo tiempo que allá. De ser la misma en ambos lugares. No ser una copia de mí, sino ser dos veces yo. Una Gaby con mi familia, festejando el gran triunfo. Otra Gaby cumpliendo sueños, lejos. Tantas fueron mis ganas que estoy segura de que en un mundo paralelo pude quedarme con mis papás y mis hermanos. Y éste es el mundo paralelo que en el otro habría deseado: uno donde pude ir a cumplir un sueño.

Es curioso como nuestro ser está limitado por el tiempo, por las reglas físicas que mantienen nuestro cuerpo unido, compacto, completo. Es curioso cómo las redes sociales hacen visibles nuestros pensamientos, esa parte de nosotros que por naturaleza es libre, pero que nos encargamos de atar a mil prejuicios, ideas, creencias.

Todavía más curiosa es la multipresencia que logra la escritura. Porque ahora mismo terminaré de escribir, saldré a caminar, terminará mi día. Y cuando vuelva a estas líneas siempre estará latente lo que soy al escribir esto. Lo que fui al decir: “Nunca había deseado tanto tener el poder de duplicarme”.

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